Muchas veces, sin siquiera sospecharlo, nuestra vida da giros de 180 grados. Acostumbrados a la rutina, a las personas que nos rodean, a nuestro trabajo y a lo que nos gusta y nos disgusta de nuestras vidas andamos y planeamos nuestro destino. Es así, en silencio, como nos sorprenden los cambios y sin preguntar nos retan inminentemente. Es entonces cuando nos damos cuenta que no todos lo que brilla es oro y que nada es para siempre: que el cariño y el amor que le ofrecemos a algunos de los que nos rodean puede no ser correspondido sinceramente o es simplemente ignorado, y que las condiciones económicas, laborales y sociales que nos acompañan hoy, no necesariamente estarán mañana.
Cuando vemos nuestra vida derrumbarse, tal como un terremoto sacude un país, es cuando debemos reflexionar y preguntarnos: ¿De qué manera debemos afrontar los cambios? Yo creo que con humildad y mente abierta, porque todas las disposiciones de Dios son para nuestro aprendizaje. De cada experiencia de vida debemos extraer lo más valioso y duradero. También creo que con optimismo, mirar siempre hacia adelante e ir de la mano de Dios y su luz. No importa si tu Dios se llama Jehova, Adonai, Mahoma, Buda, o si tiene tu nombre. Lo importante es saber que tienes una figura en tu mente que te dé fe y fuerza para sobrellevar cualquier tipo de reto, que a la larga nos hará más grandes, sabios y victoriosos.
* Artículo de opinión personal.
PIPO,
With Love
Maria Carina Monroy
Colombia